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Se ha demostrado que la comunicación entre las personas es lo que ha hecho que el mundo se haya convertido en un lugar civilizado, al menos en su mayor parte. Esta fue la impulsora de las diferentes formas de sociedad que fueron apareciendo a lo largo de la historia, cuando los humanos dejaron de ser seres individuales y nómadas y se asentaron en un lugar para llegar a ser sedentarios. Y esta fue la manera en la que empezaron a relacionarse de forma diferente a la guerra, cuando empezaron a crearse tratados y relaciones políticas y económicas entre los diferentes pueblos y naciones. Y gracias a esto se creo la diplomacia, una disciplina que se ha convertido en una ciencia y que forma ya parte de un modo de vida al que esperamos que cada vez se unan más naciones en la Tierra.
Sin embargo, es en el día a día cuando nos damos cuenta de que todavía tenemos mucho que aprender, quizá por eso el mundo civilizado no llega a todos los rincones del planeta; ni todo el mundo civilizado echa mano de la comunicación tanto como debería. Y es que realmente no practicamos tanto el uso de la palabra, ni usamos su poder tanto como deberíamos. Y a pesar de que ahora tenemos los llamados «medios de comunicación», y se supone que somos la generación más informada de toda la historia, no usamos ese poder para las relaciones entre las personas de nuestro entorno, dando lugar a equívocos y malentendidos a veces absurdos.
Y sí, me estoy refiriendo a la vida en pareja, la unidad social más pequeña que existe, y en la que se supone debería ser la más fácil en poder comunicarse. Sin embargo, los divorcios aumentan, las parejas se separan, y la mayoría de las veces esto no pasa tras haber hablado ante la aparición de problemas; de hecho, ni siquiera se habla, somos dados a pensar que no tenemos por qué aguantar ningún desplante o ningún daño emocional, y se nos hace más fácil cortar por lo sano que sentarnos a tratar de buscar un terreno común, aún en el caso de que estuviéramos interesados en proseguir con la relación.
Por falta de comunicación, surgen numerosos conflictos entre las parejas, incluso si no llegan a pensar en separación temporal o definitiva. Y el más frecuente, con diferencia, llega en el terreno sexual, donde sin embargo deberían fluir las palabras o, al menos, alguna forma de dejar claro qué es lo que gusta, lo que se espera y lo que se está dispuesto a dar, o no. Sin embargo, la insatisfacción sexual hace mella en muchas parejas de hoy en día, a pesar de que somos una sociedad supuestamente abierta y con pocos tabúes ya sobre la sexualidad… o eso pensamos. Sin embargo, en vez de hablar con nuestra pareja sobre esta insatisfacción, nos cerramos y buscamos resarcir esas carencias con otras cosas. Y esas cosas no suelen ser la solución, pues las mujeres suelen tirar de compras compulsivas o de juguetes sexuales último modelo, para encontrar los orgasmos que no logran con sus hombres; y a ellos les toca hartarse de ver videos xxx en internet para acabar masturbándose a solas imaginando que son ellos los que follan a esas espectaculares actrices porno, y que sus mujeres responden tan rápidamente como ellas. ¿Te suena a tópico y piensas que tú no eres así? Puede ser, pero te aseguro que esto es cien por ciento verídico.
Por suerte, en estos tiempos la terapia de pareja es algo totalmente normal, a las que muchas no tienen miedo de acudir para pedir ayuda. Está claro que el sexo es una faceta bastante importante cuando se vive en compañía, y necesita de un montón de comunicación, casi más que cualquier otra. En esas terapias se dan consejos y orientaciones para mejorar tu comunicación erótica, algo que parece no llegamos a coger el tranquillo, a pesar de vivir en una época liberal y con pocas cosas que dan vergüenza. Sin embargo, la intimidad siempre resulta difícil de manejar, tras siglos de absurdos tabúes; así que hemos da darle un voto de confianza a poder mostrar todas nuestras necesidad, y escuchar y comprender las del otro. Esa será la fórmula para una sexualidad sana, donde poder explorar y disfrutar todas nuestras fantasías eróticas, y también las de nuestra pareja, además de compartirlas.